Si alguna vez sentiste hinchazón, gases, dolor abdominal o cambios en tus hábitos intestinales sin una causa clara, puede que hayás escuchado hablar de la dieta baja en FODMAP. Su nombre suena complicado, pero la idea es sencilla: reducir ciertos tipos de carbohidratos que, aunque no lo creás, pueden hacerle la vida difícil a tu intestino.
¿Qué son los FODMAP?
FODMAP es un acrónimo en inglés que se refiere a:
- Fermentables
- Oligosacáridos
- Disacáridos
- Monosacáridos
- Y Polioles
Son tipos de azúcares que se encuentran en muchos alimentos comunes como el ajo, la cebolla, el pan, la leche, algunas frutas y legumbres. En algunas personas, estos azúcares no se absorben bien y fermentan en el intestino, lo que genera molestos síntomas digestivos.
¿Quiénes se benefician con esta dieta?
Principalmente, las personas con síndrome de intestino irritable (SII) o con otros trastornos funcionales digestivos. No es una dieta para hacer sin guía: lo ideal es que esté supervisada por un profesional en nutrición o un gastroenterólogo, ya que se aplica por etapas y no es para toda la vida.
¿Cómo funciona?
La dieta se divide en tres fases:
- Eliminación: se retiran todos los alimentos altos en FODMAP por un tiempo corto (generalmente 4-6 semanas).
- Reintroducción: se van incorporando poco a poco para identificar cuáles causan molestias.
- Personalización: se ajusta la dieta según tu tolerancia, buscando un equilibrio entre bienestar y variedad.
¿Debería probarla?
Si tenés síntomas digestivos frecuentes y no encontrás alivio con otros cambios, podría ser una opción. Pero no te lances solo o sola: es importante hacerlo acompañado de un profesional para que no terminés eliminando alimentos innecesariamente o afectando tu nutrición.
¿Sentís que tu digestión te está pidiendo atención?
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